La cultura del consumismo impone al individuo actual la necesidad de adecuar su organismo a ciertos cánones de belleza. La creciente incidencia de desórdenes alimentarios como la Bulimia y la Anorexia son una respuesta a ese interrogante.
Indudablemente es la mujer la más afectada por este mal cultural. Estudios de la York University (Ontario) demostraron que las mujeres que más se adaptan a los parámetros de belleza actuales son aquellas que presentan una personalidad más insatisfecha. Son también las que mayor incidencia de trastornos alimentarios padecen.
La publicación irresponsable de regímenes para adelgazar ha puesto en manos de la población, especialmente la femenina, un arma que puede ser muy peligrosa.
El ideal de belleza femenina de la posmodernidad es brutalmente delgado. Impuesto desde la más tierna infancia por la muñeca más vendida del mundo, cristaliza en la imagen de las super-modelos que venden para las más poderosas organizaciones de la moda de todo el mundo.
Pero está claro que lograr y mantener ese estado supuestamente ideal no sólo cuesta un terrible esfuerzo y recursos económicos, sino que puede acarrear numerosos problemas de salud. Comenzando por los desórdenes alimentarios, éstos pueden repercutir en diversos planos físicos y sociales.
Indudablemente es la mujer la más afectada por este mal cultural. Estudios de la York University (Ontario) demostraron que las mujeres que más se adaptan a los parámetros de belleza actuales son aquellas que presentan una personalidad más insatisfecha. Son también las que mayor incidencia de trastornos alimentarios padecen.
La publicación irresponsable de regímenes para adelgazar ha puesto en manos de la población, especialmente la femenina, un arma que puede ser muy peligrosa.
El ideal de belleza femenina de la posmodernidad es brutalmente delgado. Impuesto desde la más tierna infancia por la muñeca más vendida del mundo, cristaliza en la imagen de las super-modelos que venden para las más poderosas organizaciones de la moda de todo el mundo.
Pero está claro que lograr y mantener ese estado supuestamente ideal no sólo cuesta un terrible esfuerzo y recursos económicos, sino que puede acarrear numerosos problemas de salud. Comenzando por los desórdenes alimentarios, éstos pueden repercutir en diversos planos físicos y sociales.
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